Era el año 1971 y María Elena había comenzado una aventura nueva que junto a María Herminia Avellaneda habían soñado desde hacía bastante tiempo: filmar una película.
Rodeada de periodistas y bajo un gran sombrero blanco, María Herminia explicaba por qué había elegido la localidad de Pasteur para filmar “Juguemos en el mundo”, el guión de María Elena: “Yo siempre tuve ganas de mostrar este pueblo en el que pasé mi infancia; este pueblo como reflejo del país”. Un equipo técnico de más de cincuenta personas junto a un elenco de “famosos” -María Elena, Perla Santalla, Norman Briski, Jorge Mayor, Aída y Jorge Luz, Virginia Lago, Hugo Caprera y muchos más- revolucionaron al pueblo. Sin embargo, pronto la gente del pueblo confraternizó con ellos ya que descubrieron, con asombro, que los actores eran gente corriente a los que adoptaron familiarmente con los nombres de sus personajes: Doña Disparate, Bambuco, El Linyera, Los Ñaupa o el Señor Mandoni.
Durante la filmación un grupo de amigas llegó con pasteles y regalos en un Fiat 600 que conducía la fotógrafa Sara Facio para celebrar junto a María Elena sus 41 años. En una escapada de la filmación, María Elena y Sara caminaban por las calles del pueblo hasta que María Elena ve la oportunidad de revivir una de las mayores alegrías de su infancia: le pide prestada a un chico su bicicleta y con una sonrisa dedicada a Sara, se lanza por las calles de Pasteur. Sara, que nunca dejaba su cámara, tomó una serie de fotos de esta experiencia que fue inolvidable para las dos.